PARAGUAY Y SUS LÍMITES DURANTE LA ÉPOCA DE LA COLONIA
Escribe: Abogado Ranulfo Ruiz Diaz
Ex Asesor jurídico de la CNDL
Introducción
A partir de octubre de 1813, el Paraguay, ya en etapa independiente, pasó a llamarse oficialmente como República del Paraguay. Ese reconocimiento y la utilización con firmeza de dicho término comenzó recién en la década de 1840, mediante publicaciones oficiales y en declaraciones públicas, para señalar la existencia de un Estado independiente y plenamente soberano. Pero la definición de “Paraguay” y el término como tal ya fue utilizado con mucha anterioridad, en tiempos de la conquista, propiamente, para designar a una muy amplia y gran región sudamericana, un espacio que abarcaba extensos territorios ligados al río del mismo nombre. Durante los últimos tiempos de la colonia, finalmente el término “Provincia del Paraguay” fue utilizado para aludir a los territorios situados en la jurisdicción de la ciudad de Asunción.
Nuestra nación, como otros tantos de América, es el resultado de un proceso de formación y transformación a lo largo de la historia, durante la cual se fue modelando la conformación política de los territorios y la delimitación de las fronteras naturales o artificiales. El Paraguay, es el resultado de un largo proceso, que se inició con la llegada y asentamiento de los primeros europeos (españoles) en el territorio.
El historiador Fabricio Vázquez, ratifica esta idea al subrayar que, “el territorio paraguayo ha ido cambiando a lo largo de los siglos como resultado de los intereses generados por los imperios coloniales, España y Portugal, y por las potencias regionales. Argentina y Brasil que aparecieron una vez conquistada su independencia…”.
Con la llegada de los españoles al territorio y con la fundación de Asunción, en 1537, se dio inicio al proceso de formación del Paraguay. Sin embargo, el país experimento varias modificaciones dentro del juego de poder que fortaleció el papel colonizador de Asunción como ciudad regional. Según afirma Vázquez, “en esa época, los avances y las fundaciones de ciudades pretendieron asegurar los límites entre españoles y portugueses, pero esos esfuerzos, en muchas ocasiones, no fueron sólidos ni estratégicos”. Por ello, una vez alcanzada la independencia, los límites entre las nuevas repúblicas no fueron precisos ni se establecieron de forma inequívoca hasta mediados del siglo XIX, e incluso más tarde.”
La etapa del periodo colonial paraguayo, en cuanto a su relación al territorio, para un mejor estudio se dividir en dos grandes períodos:
De 1537 a 1617: cuando el territorio se denominaba “Provincia Gigante de Indias o Provincia del Paraguay”. También conocida como “del Río de la Plata”. Es importante señalar que este periodo se caracterizó por la expansión con diversas corrientes fundacionales que partieron desde Asunción hacia los cuatro puntos cardinales, hecho que posibilitó que la capital se conociera como “Madre de ciudades”.
De 1617 a 1811: En este lapso, la zona del territorio paraguayo se llamaba “Gobernación del Paraguay o del Guairá”. Sin embargo, este periodo, se caracterizó por la etapa de divisiones dentro de la administración colonial. Es decir, se inició la división de la “Provincia Gigante de Indias”, hecho que se dio justamente durante el gobierno de Hernandarias. Vale señalar que este suceso es muy importante en el futuro de la conformación territorial del Paraguay, ya que su impacto, es decir, la división, trajo como consecuencia de mayor impacto la pérdida de la salida al mar. También en este periodo diversos tratados firmados entre España y Portugal fueron limitando las fronteras orientales del territorio.
Antecedentes coloniales
El navegante genovés Cristóbal Colón tocó tierra tras su travesía por el Atlántico, en 1492. Su llegada a tierras, llamadas después América, cambió el curso de la historia para siempre entre dos mundos, uno desconocido hasta ese momento. Poco después, se desencadenó una disputa por las nuevas tierras entre las dos mayores potencias económicas y militares de la época; España y Portugal. Dos años después, los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, y el de Portugal, Juan II, llegaron a un compromiso y firmaron en Tordesillas (entonces Reino de Castilla) un pacto, fechado el 7 de junio de 1494, para repartirse las tierras “descubiertas y por descubrir” fuera de Europa.
El Tratado de Tordesillas disponía el señalamiento de una línea recta de norte a sur, a 370 leguas de las islas del Cabo Verde hacia la parte del poniente (oeste). Todo lo hallado en adelante o se descubriese por el Rey de Portugal y por sus navíos le pertenecerían, a él y a sus sucesores. Determinaba también la distancia del archipiélago que pasaría la línea de demarcatoria. Finalmente, el tratado generó nuevas polémicas y posiciones dispares entre las coronas ibéricas, ya que concedía a los portugueses, una especie de exclusividad de navegación al Asia por el este.
Por su parte, los españoles, para llegar a ese sitio, necesitaban descubrir un estrecho que les permitiera tomar la ruta occidental, o que anexara el océano Atlántico con el Pacífico, este fue el motivo del viaje de Juan Díaz de Solís. En consecuencia, Solís llega en 1516 a un lugar ubicado al occidente de Punta del Este que lo llamó Candelaria (actual Maldonado), descubrió el Río de la Plata, pero su deceso produjo un desaliento a la Tripulación y eso causó el regreso a España.
La expedición regresaba de España naufragó a consecuencia de una tempestad frente a Santa Catalina (Brasil). Unos de los náufragos, Alejo García y sus compañeros, cruzaron hacia el Río Paraná y entraron en el Paraguay a la altura del Monday. Otro expedicionario, Sebastián Gaboto, en 1526 llegó al Río de la Plata en camino a las Molucas, siguiendo el itinerario de Magallanes, pero decidió no continuar el viaje y dirigirse al Río de la Plata, explorando de esa manera los ríos Paraná y Paraguay, llegando en 1528, hasta un punto que posiblemente fuese denominada la ciudad de Emboscada. Mientras tanto, el Rey de España, en 1534, establece una capitulación con Don Pedro de Mendoza, para iniciar una expedición marítima con el propósito de impedir que los portugueses, que tenía preparado en secreto una expedición al Río de la Plata, crucen por tierra el Brasil y lleguen al Perú.
Creación de los Virreinatos
Durante el siglo 16, España colonizó extensos territorios en América, que poco a poco luego fueron transformándose en una poderosa metrópoli. A fin de brindar una organización adecuada y poder manejar dichas colonias, la Corona española decidió crear virreinatos; entre ellos dos: el Virreinato de Nueva España y el Virreinato del Perú. Desde España, las colonias eran gobernadas por el rey (máxima autoridad), la Casa de Contratación (encargada de la economía colonial) y el Consejo de Indias (encargado de nombrar a los funcionarios coloniales y de elaborar las leyes).
En América, los virreinatos eran administrados y gobernado por un virrey, cuyo rol principal era la de ejercer la representación directa del soberano, además de hacer cumplir las leyes que se dictaban desde la península ibérica y organizar el comercio y el trabajo de las colonias. A fines del siglo XVII, a estas dificultades se sumaron las numerosas guerras de las que España participaba en Europa, con lo cual descuidaba su política colonial. Y así, mientras el poderío colonial español se debilitaba, Inglaterra, Holanda y Francia se convertían en nuevas potencias coloniales
Antes de 1776, las regiones que compondrían el Virreinato del Río de la Plata, formaban parte del virreinato del Perú, considerado centro privilegiado del monopolio en América. A través del monopolio comercial se prohibió cualquier relación mercantil con otra potencia que no fuera España.
La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, con capital en Buenos Aires, venía a dar solución a las cuestiones planteadas. Carlos III buscó combinar una efectiva acción de administración local y la completa subordinación a la autoridad central, para ello, dividió el territorio del nuevo virreinato en unidades políticas llamadas intendencias, cuya autoridad principal era elegida por el rey, de esta forma esperaba ejercer una mayor y mejor supervisión sobre sus posesiones. Desde el punto de vista militar, la Corona proporcionaría los medios económicos y administrativos, integrando un aparato militar unificado capaz de hacer frente al avance portugués y a las ambiciones británicas en el Atlántico.
El Primer adelantado y los límites establecidos por la capitulación
La Provincia del Paraguay pertenecía desde sus inicios lo que corresponde a la jurisdicción del Adelantazgo del Río de la Plata, teniendo en cuenta las delimitaciones del territorio que fueron otorgadas al primer titular, Don Pedro de Mendoza. La capitulación de Mendoza establecía que este venía a descubrir, conquistar y defender todo lo que esté dentro de los límites de la demarcación correspondiente a la corona de Castilla. Los límites de la gobernación de Mendoza eran predeterminados por Carlos V. En cuanto a los límites la capitulación citaba de la siguiente manera: Al norte, lindaba con el límite sur de las Guayanas, que era la línea del Ecuador. Al oeste, llegaba hasta los contrafuertes andinos, donde fenecían las gobernaciones de Pizarro y Almagro (paralelo 25°31’36”) y luego a continuación de esta última gobernación, tenía doscientas leguas de costa sobre el Océano Pacífico. Al sur, terminaba en el paralelo 36°57’09”, límite austral de las doscientas leguas sobre el Pacífico y al este, limitaba con el Atlántico y la línea de Tordesillas, que la separaba de los dominios portugueses.
En 1541 fueron abandonadas las poblaciones del Río de la Plata, Buenos Aires, Corpus Christi y Buena Esperanza, pasando el epicentro político de la conquista y colonización española de la región, a ser desde entonces el Paraguay, especialmente Asunción. De esa manera, recibía como herencia la inmensa jurisdicción territorial que le fuera otorgada al Primer Adelantado. Sin embargo, con el correr de los años, la Corona fue modificando su inmenso territorio para un mejor control de los mismos.
Tratado de 1750 la formula “Uti Posidetis”, “Ita Possideatis”
Portugal en 1750, obtuvo un rotundo triunfo diplomático sobre España y ese triunfo fue obra de un brasileño, Alejandro de Guzmao, quien redactó el proyecto y obtuvo que España firmara el tratado del 13 de enero de 1750. El convenio, legalizaba todas las usurpaciones paulistas reconociendo los terrenos ocupados por estos como pertenecientes a Portugal. El citado documento, había considerado por primera vez, el Derecho o Formula de “Uti Posidetis”, “Ita Possideatis”, (como poseéis, así poseáis) como norma reguladora de las disputas fronterizas. Por dicho acuerdo, conocido también como “Tratado de Permuta”, Portugal cedía a España la Colonia del Sacramento, a cambio de las siete misiones Jesuíticas situadas al norte de Ybycuí y al Este de Uruguay. El límite establecido era una línea que comenzaba en el arroyo que desembocaba en el mar junto al monte de los Castillos Grandes y que seguía por los ríos Ybycui, Uruguay, Pepiri, San Antonio, Yguazú, Paraná, Ygurei, Corrientes y Paraguay hasta la boca del Jaurú.
Para España, este Tratado resultó ser un desastre, porque recibió crítica unánime en las colonias españolas. Para la demarcación de la frontera meridional, los comisarios nombrados no pudieron llegar a un acuerdo, mientras tanto de todos los lugares, seguían llegando protestas contra el tratado de 1750. Finalmente, y, por el Acuerdo de 1761, fue declarado fenecido. España y Portugal, en octubre de 1777, firmaron en San Idelfonso un nuevo tratado por el que procuraban poner por término al litigio mantenido sobre sus colonias de América.
Por tal Convenio o Tratado, España recupera la Colonia de Sacramento, o sea, conserva las 7 Misiones Jesuíticas situadas al Norte de Ybycuí y al Este de Uruguay, que cedía en el tratado de 1750, por tanto, el límite ya no iba por los ríos Ybycuí y Uruguay, sino, por la Cordillera de los Indios Tapés, pero, consagró definitivamente las usurpaciones realizadas por los portugueses al occidente de la línea de Tordesillas hasta el río Iguazú, el Paraná, el Igurey, el Corriente y el Paraguay; hasta el Jaurú. En contrapartida, España renunciaba definitivamente en favor de Portugal de un extenso territorio correspondiente a la jurisdicción del Paraguay.
Las transformaciones territoriales
Las Misiones y sus transformaciones territoriales sucesivas acaecidas que a continuación se detallan:
1659: La Provincia del Paraguay a partir de la división que sufrió en el año 1617, con el propósito de demarcar jurisdicciones, la Real Cedula de fecha 10 de noviembre de 1659 instauró que, de las 30 reducciones: 13 de los pueblos debían quedar en la jurisdicción de la provincia del Paraguay y los restantes 17, debían pertenecer a Buenos Aires.
1724: En ese mismo año a través de la Real Cédula de fecha 11 de febrero, establecía dilucidar la confusión de jurisdicciones eclesiásticas entre los dos obispados que existían en ese entonces, el fallo confirmaba el sentido de la Real Cédula de 1659, donde se observa que, la jurisdicción política y eclesiástica coincidía en plenitud.
1726: A causa de los acontecimientos de disturbios relacionados con la Revolución Comunera, motivó que, por Real Cédula de este año, se separaran los 13 pueblos de las misiones paraguayas, anexándolos a las jurisdicciones de Buenos Aires.
1784: En lo que atañe a este año, las disposiciones adoptadas fueron anuladas a pedido del Gobernador Melo de Portugal, reincorporándose nuevamente los 13 pueblos del Paraguay.
1803: En fecha 17 de mayo por Cédula Real de este año, los 30 pueblos se constituyeron en un gobierno con total independencia de los gobiernos del Paraguay y Buenos Aires.
1806: Velazco fue nombrado intendente del Paraguay sin abandonar el otro cargo que tenía, de esa manera, quedaron ambos gobiernos en manos de este título, del mismo fue: “Gobierno Militar y Político e Intendente de la Provincia del Paraguay y de los 30 pueblos de las Misiones de los indios guaraníes y tapes del Paraguay y Uruguay”.
El Rey Felipe III, por Real Cédula de fecha 16 de diciembre de 1617, ha dispuesto la división territorial de acuerdo a las recomendaciones del Virrey del Perú, por lo que el territorio del Río de la Plata, quedó dividido en 2 Gobernaciones: Rio de la Plata: Como capital Buenos Aires y las ciudades de Santa Fe, Corrientes y Concepción del Bermejo y sus respectivas jurisdicciones territoriales. Del Guairá o Paraguay: Como capital Asunción y las ciudades del Guairá, Villarrica, Ciudad Real y Santiago de Jérez y sus respectivas jurisdicciones territoriales.
Las decisiones adoptadas por las modificaciones territoriales en el año 1.617, como en los Tratados de 1750 y 1777, Permuta y San Ildefonso, respectivamente, constituyeron graves pérdidas para el Paraguay. Por estos acontecimientos, al producirse la división del año 1617, la Gobernación o Provincia del Paraguay perdió su litoral marítimo y a consecuencia a ello, quedó convertida en una provincia mediterránea, dependiente y que era explotada por ciudades como Santa Fe y Buenos Aires, que habían surgido como resultado del esfuerzo fundacional de Asunción.

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