Más de doscientos años de historia en la conformación de los límites del Paraguay. Escribe: Ingeniero Emiliano Mora Zorrilla+
Delegado Demarcador. Introducción
Los límites de un determinado país señalan la línea de separación y de demarcación entre dos o más estados y es el confín o la señal del espacio territorial sometido a su soberanía física y jurídica. Ello, es un signo visible hasta donde se extiende la propiedad de una persona o de un estado. La República del Paraguay, tiene sus límites establecidos a través de tratados firmados con los países vecinos. Sin embargo, hay que resaltar, que esto es el fruto de un largo proceso histórico, cuyo génesis, arranca y se extiende unas tres centurias, desde el descubrimiento y el periodo colonial, hasta la conformación histórica y jurídica del estado paraguayo.
Los antecedentes remotos del territorio adjudicado a la República del Paraguay en 1811, tuvo su génesis en los límites de la jurisdicción territorial, adjudicado al Adelantado Don Pedro Mendoza, por la Capitulación de 1534, que se constituye de esa forma en el origen de la antigua Provincia del Paraguay, que fue sufriendo sucesivas modificaciones a través de los siglos como resultado de segregaciones territoriales, y de resoluciones administrativas y políticas.
Convertido, en Intendencia dentro del Virreinato del Río de la Plata, en 1811, la hereda la naciente República del Paraguay, y queda establecido. en forma definitiva, hasta los confines que actualmente ostenta como resultado de tratados que se firmaron en el siglo XIX, después de la Guerra que el Paraguay sostuvo contra la Triple Alianza, coalición formada por el Imperio del Brasil, la República Argentina y el Uruguay entre los años de 1864 a 1870, y luego en el siglo XX, en la Guerra del Chaco contra la República de Bolivia entre los años de 1932 a 1935.
Antecedentes
Para una mejor comprensión del largo proceso de la conformación de los límites del Paraguay, se hace necesario una revista histórica donde se puede apreciar que los límites originarios de la antigua Provincia Gigante, fue sufriendo sucesivas segregaciones, conformándose con ello, la de esta República. La primera segregación territorial que sufrió la Provincia del Paraguay del Río de la Plata; “constituyó, la pérdida de las 200 leguas (1000 kilómetros) de costas sobre el océano Pacífico y los territorios comprendidos al este y al oeste de la cordillera de los Andes”, que nunca fueron incorporados en forma efectiva a la acción conquistadora y fundacional que desde Asunción se irradió, durante ese periodo, en esta parte de América. Así, cuando la conquista de Chile, iniciada desde el Perú, se extendió hacia el sur, en 1550 en adelante, estos territorios se perdieron definitivamente.
La segunda segregación territorial que afectó a la “Gigante de las Provincias de Indias”, se gestó en el litigio o disputa que surgió entre Ñuflo de Chávez y Andrés Manso, cuando estos conquistadores en 1560 se encontraron a orillas del río Parapití, reclamando cada uno mejor derecho sobre la posesión de esos territorios. Para evitar un choque, ambos capitanes resolvieron someter el litigio al Virrey en Lima, Andrés Hurtado de Mendoza, quién como medida de solución al conflicto, y accediendo al pedido formulado por Chávez, erigió la región como Gobernación de Mojos (luego Santa Cruz de la Sierra), independiente de la gobernación del Paraguay y del Perú, dentro de los ríos Guapay, Mamoré y Parapití
La tercera segregación territorial de los primitivos límites de la Provincia del Paraguay de Río de la Plata, que correspondía a la capitulación firmada por don Pedro de Mendoza en el año 1534, fue concedida, sin variación a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, a Juan de Sanabria y a Domingo Martínez de Irala, y ratificada de la misma forma en el año 1562 al propio adelantado Juan Ortiz de Zarate, en su nombramiento como gobernador del Río, de la Plata, donde la corona española le señalo el ámbito territorial de sus predecesores, salvo, se añade en la capitulación, “las otras gobernaciones que tenemos dadas a los capitanes Serpa y Silva”, o sea, el primero la Provincia de la Nueva Andalucía o las Guayanas, y la del Capitán. Pedro Malaver de Silva que era la Nueva Extremadura, hoy Venezuela, segregándose de esta forma de la Provincia del Paraguay la cuenca del Amazona, desde la línea del Ecuador hasta las gobernaciones citadas.
La cuarta segregación territorial y la más importante de los desprendimientos que sufrió la “Provincia del Paraguay del Río de la Plata” se produce durante el tercer gobierno de Hernandarias (1615-1618), primer gobernador criollo. Éste, ante la gran incomunicación en que se encontraban las ciudades del Guairá: Santiago de Xerez, Villa Rica del Espíritu Santo y Ciudad Real, completamente apartadas escribió al Rey, expresándole la conveniencia de segregarlas de la provincia y formar con ellas y sus territorios un gobierno aparte. Pasaron los años, sin obtener respuesta de la Corte sobre el proyecto, cuando en 1615 el Procurador Manuel de Frías lo reiteró. La división de 1617 constituyó la desmembración más grave del Paraguay colonial, pues por la misma no sólo Asunción perdió su condición de capital de la Provincia, sino, además, la medida, la dejo sin litoral marítimo en el Atlántico, convirtiéndose a partir de entonces en una provincia Mediterránea, dependiente y explotada por ciudades como Santa Fe y Buenos Aires.
La quinta segregación territorial se produjo en el año 1750, afectando principalmente a los territorios de la provincia ubicados hacia el norte, donde los portugueses aprovecharon la guerra desatada por los mbayaes, para avanzar hacia el Alto Paraguay, y se establecieron en 1718 en la cercanía de la reducción de San Miguel y en 1734 en las Sierras de Matto Grosso. La Corona española, intentó recuperarla, ordenando el desalojo de los invasores, pero por la distancia y la carencia de medios para tal acción, no se dio cumplimiento al mandato. En consecuencia, el 13 de enero de 1750, Fernando VI firmo en Madrid, el Tratado de Permuta.
Este convenio legalizó todas las usurpaciones paulistas, reconociendo los terrenos ocupados por éstos como pertenecientes a Portugal, es decir, se empleó por primera vez, el uti possidetis, como fórmula reguladora de las disputas territoriales o fronterizas Por este increíble tratado, Portugal cedió a España la Colonia de Sacramento, a cambio de los sietes pueblos o misiones jesuíticas, situadas en la banda izquierda del río Uruguay y al norte del río Ybycuí. La enorme y absurda concesión territorial, llevaron al levantamiento de los indios guaraníes en la denominada “Guerra Guaranítica”, quienes se alzaron en armas contra la entrega o abandono de los pueblos guaraníes en manos de su secular adversario. Fueron vencidos, sin embargo, por una fuerza coaligada de las dos Coronas, pero, su acción obligó a la firma de otro tratado en 1761, por el cual se anuló el Tratado de Permuta de 1750.
Sin embargo, en 1777 se firmó entre ambas coronas el Tratado de Paz y Límites denominado de San Ildefonso, por el que se consagró definitivamente las usurpaciones portuguesas al occidente de la línea de Tordesillas y constituye el último capítulo del secular litigio colonial hispano- portugués. El nuevo tratado, modificando el anterior, estableció los límites entre España y Portugal por una línea que arrancaba de la desembocadura del arroyo Chuí en el Atlántico, Fuerte de San Miguel, por la laguna Mirin, y pasando por la cabecera o vertiente del río Negro hasta la desembocadura del río Pepirí en el río Uruguay; y siguiendo por el Pepiri, la línea limítrofe sigue los mismos puntos geográficos señalados en el Tratado de 1.750. Por este Tratado España perdió las provincias de Santa Catalina y Río Grande.
Los límites con la República Federativa del Brasil
La República del Paraguay, obtuvo su independencia de España el 15 de mayo de 1811. La nueva entidad política, no solamente heredó la cultura y la lengua de la madre patria sino, por otra parte, recibió como herencia los litigios sobre límites que habían sostenido la Corona de España y Portugal, en el transcurso de los siglos sobre sus posesiones de América, a pesar de haberse puesto de acuerdo sobre la jurisdicción de sus respectivos territorios, mediante el Tratado de Tordesillas.
No respetado este tratado, se firmaron otras, como el de Permuta del año 1750 y de San Ildefonso de 1777, que tampoco lograron solucionar los problemas sobre la delimitación precisa de las fronteras entre ambas posesiones, quedando como herencia a las nuevas entidades que surgieron con la independencia. Así, el Paraguay como República a partir de 1811 y el Brasil como Imperio en 1822, recibieron los litigios coloniales sobre la delimitación de sus respectivos territorios.
De esta manera los límites imprecisos y sin demarcar, y los subsecuentes litigios, fueron el origen de los diferendos, con el Imperio del Brasil, que fueron objeto de largas discusiones diplomáticas sin alcanzar solución alguna, no por falta de voluntad política del Paraguay para resolver el problema en forma duradera, sino, fundamentalmente porque los países vecinos abrigaban aspiraciones de expansión territorial a expensas de la pequeña república. Estos, se constituyeron así en los antecedentes de las cuestiones de límites que, con el transcurso del tiempo, sostuvo el Paraguay, con el Imperio del Brasil como sucesor de Portugal.
De esta manera en 1811, el Paraguay ostentaba como límite; con la Provincia del Brasil, transformado en Imperio en 1822, la línea fijada por el Tratado de San Ildefonso de 1777, definida por los ríos Yguazú, Paraná, Ygurey, Blanco, Paraguay y Jaurú, aunque la misma, nunca fue respetada por los portugueses, quienes continuaron avanzando hacia el oeste, fundaron poblaciones en territorio de indiscutible marca o pertenencia español aduciendo que dicho tratado había caducado por el Tratado de Badajoz de 180l. Al respecto, sin embargo, se debe resaltar que, en 1818, en las discusiones entre Portugal y España, en relación a sus territorios en América, se propuso el tratado de 1777 como la base de arreglo, lo que demuestra que todavía, ambos reinos, aun lo consideraba válido.
Sometida a un largo proceso de negociación, la cuestión de límites, no pudo ser resuelto, de manera pacífica, a través de la vía diplomática, lo que llevo a desembocar finalmente, en una de las conflagraciones bélicas más sangrientas que conoció el país. En efecto, desatada la guerra, arrasó al Paraguay durante cinco largos años, en una encarnizada y devastadora lucha.
La población paraguaya fue diezmada, de aproximadamente unas 450.000 personas en 1864, al finalizar la contienda en 1870, conforme a un censo realizado el año anterior, el Paraguay quedó reducido a 169. 000 habitantes, había perecido o desaparecido cerca del 69 % de su población. Asunción fue ocupada el 1 de enero de 1869 y los Aliados, fundamentalmente el Brasil, apoyaron rápidamente la formación de un Gobierno Provisorio y luego la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, a los efectos de contar con un instrumento y gobierno legal, con el cual negociar la liquidación de la guerra, imponiendo al Paraguay en forma arbitraria los límites preestablecidos en el tratado secreto.
Liquidación de la guerra
A la hora de finiquitar la guerra, de recoger el botín, y de imponer al vencido las duras condiciones de los vencedores, comenzaron las desinteligencias entre los antiguos aliados. El Brasil buscó la plena aplicación del Tratado de la Alianza, en tanto, el Canciller argentino Mariano Varela, apoyado por el Plenipotenciario uruguayo, sostuvieron, que los aliados debían negociar y discutir los tratados de paz con un gobierno constituido tras la aprobación de una ley fundamental, dando al vencido el derecho de alegar sus títulos al discutir los límites, agregando que “la victoria no da derechos”, oponiéndose al Brasil que deseaba la desmembración del Paraguay. Aprobada la Constitución de 1870, los aliados buscaron armonizar sus profundas diferencias. De esta manera, la Cancillería Imperial se había pronunciado hacía más de cinco años en contra de la pretensión argentina sobre el Chaco, más al norte de la línea del Pilcomayo. Además, teniendo en cuenta solamente sus intereses y contrariando las disposiciones de los compromisos contraídos con su antiguo aliado, comenzaron las negociaciones en forma unilateral para el ajuste de los límites, a pesar de la protesta argentina.
El gobierno paraguayo designó a don Carlos Loizaga y a don José Falcón, Ministros Plenipotenciarios, para tratar con el ministro brasileño, Juan Mauricio de Wanderley, Barón de Cotegipe. El señor José Falcón era avezado conocedor de la materia, pues había sido Canciller antes de la guerra y trató de llevar la discusión con el representante del Imperio, conforme con los títulos brasileros". Esto molestó al Plenipotenciario imperial que indicó la conveniencia de celebrar los tratados con un solo negociador, quedando en tal carácter Carlos Loizaga, ex miembro de la Legión Paraguaya, de vieja tradición anti paraguaya, quién sin discusión aceptó la enorme pretensión brasileña. Así, se consumó la mutilación del territorio nacional, repartija anticipadamente prevista en el tratado secreto. Los Tratados de Paz y Límites fueron firmados el 9 de enero de 1872 entre Carlos Loizaga y el Plenipotenciario brasileño, Juan Mauricio de Wanderley, Barón de Cotegipe, estando en la Ciudad de Asunción, así como el territorio nacional ocupado por las fuerzas militares brasileñas, y el tratado como fruto de una guerra de exterminio, perdiendo el Paraguay unos 62.000 kilómetros cuadrados de territorios comprendido entre el rio Blanco, el Ygurey y la sierra de Amambay y Mbaracayu.
Síntesis de las tareas de demarcación realizada por la Comisión Mixta de Límites de 1872/1874
En cumplimiento del artículo 2° del Tratado de Límites, se constituyó la primera Comisión Demarcadora, siendo designado por Decreto del 17 de junio de 1872, como Comisario Demarcador por la República del Paraguay, el Capitán de Fragata Domingo Antonio Ortiz para que, en representación del Paraguay, formase parte de la Comisión y demarque la línea divisoria entre el Paraguay y el Brasil. Los trabajos demarcatorios comenzaron en la desembocadura del río Apa y luego prosiguiendo en forma sacrificada por los montes de la cordillera de Amambay y Mbaracayu, hasta terminar en los Saltos del Guaira, y finamente, por el río Paraná hasta la boca del río Iguazú. Posteriormente, se conformó una Comisión Mixta para ejecutar dichas tareas.
Los trabajos de esta Comisión Mixta demarcadora de límites, comenzaron en Asunción el 16 de agosto de 1872 y se dio por concluida el 8 de junio de 1.874, en la boca del río Yguazú. después de 22 meses de penosos trabajos. Luego, en Asunción se procedió a la aprobación de las tres últimas actas y también de las plantas de la sierra del Mbaracayú. El trayecto de los trabajos abarcó desde la desembocadura del río Apa hasta la boca del río Yguazú en el río Paraná.
En el extenso trayecto de 583,2 kilómetros de frontera fluvial, de los cuales corresponden 290,6 kilómetros sobre el río Apa, 106,8 sobre el arroyo Estrella y 185,8 kilómetros sobre el río Paraná, y más los 438, 2 kilómetros de frontera seca sobre la cordillera del Amambay y Mbaracayú, suman unos 1021,4 kilómetros, distancias donde se colocaron sólo seis mojones o hitos, El 2° a 190 kilómetros del 1°: el 3°, 58 kilómetros del 2°; el 4°, a 52 kilómetros del 3°; el 5, a 70 kilómetros del 4°, el 6°, a 68 kilómetros del 5° y el séptimo que no fue colocado por los demarcadores, por considerarlo baliza natural e inmutable, o sea, todo el Salto del Guairá o Salto Grande de las Siete Caídas.
Tratado Complementario de Límites Ibarra - Mangabeira de 1927
Como el Tratado Loizaga-Cotegipe de 1872, había determinado solamente la línea de la frontera paraguayo-brasileña, desde la boca del río Y guazú hasta la desembocadura del río Apa en el Paraguay, quedaba sin delimitar desde este punto hasta la Bahía Negra, motivo que llevó a la firma del “Tratado Complementario de Límites del 21 de mayo de 1927, suscrito entre el Plenipotenciario paraguayo don Rogelio Ibarra y el Ministro de Relaciones Exteriores del Brasil, don Octaviano Mangabeira. Al respecto, de este Tratado Complementario, se debe aclarar que la fijación de los límites con el Brasil, solamente desde la boca del río Yguazú en el río Paraná hasta la desembocadura del río Apa en el Paraguay, conforme al Tratado de 1872, no fue casual. Todo el Chaco, estaba en litigio entre la Argentina y el Paraguay, y el Imperio se entendería finalmente con el ganador.
La Argentina pretendía la adjudicación de ese territorio, en cumplimiento del Artículo XVI del Tratado Secreto, compromiso asumido por el Brasil con su Aliado, que el Chaco hasta Bahía Negra le pertenecería, por lo tanto, a partir del río Apa, los límites del Imperio del Brasil serian con la República Argentina, pero, tras el fallo del Presidente de los EE.UU. Rutherford B. Hayes en 1878 a favor del Paraguay, respecto al Chaco, declarando que “el Paraguay tiene legal y justo título” a los territorios entre los ríos Pilcomayo y Verde, y naturalmente también sobre aquellos ubicados más al norte, se hizo necesario, terminar la demarcación con la Republica del Paraguay, en la parte del Chaco. Con el propósito de llevar a cabo los, trabajos pendientes, de caracterización de límites y fijación de hitos, el 9 de mayo de 1.930 en Río de Janeiro, se firmó el Protocolo por el que se creó una
Comisión Mixta de Límites y de Caracterización de la Frontera Paraguay-Brasil.
La Comisión Mixta prevista, quedó constituida en Asunción en mayo de 1932, y los trabajos de caracterización, demarcación y colocación de hitos, comenzaron en Punta Porá en 1933. Prosiguiendo su cometido, la Comisión Mixta de caracterización y demarcación de límites, creada por el Protocolo de 1930, mediante un arduo trabajo de campo, había colocado para el año 1961, 846 hitos en toda la frontera entre el Brasil y Paraguay. De estos, 341 hitos, se habían colocado entre el mojón Ybycuí y el Salto del Guaira. Sin embargo, llego un momento, en que las dos delegaciones brasileñas y paraguayas, se dieron cuenta de que la realidad no coincidía con la demarcación que se había realizado anteriormente, o sea, que no era posible colocar hitos en la línea roja marcada en 1872/74, línea roja que termina frente a la 5º caída.
No era posible colocar hitos en dicha línea, y que al mismo tiempo esos hitos estuvieran colocados en la línea de las más altas cumbres de la Cordillera del Mbaracayú, tal lo señala el Tratado de Límites de 1872, pues la cumbre más alta, estaba ubicado, en cota de mayor altitud, en el ramal norte. A la vista de este resultado, el Gobierno del Brasil no autorizo a su delegado a concurrir a la 26º Conferencia de la Comisión Mixta realizarse en Asunción en 1963. Desde entonces fueron inútiles, todos los esfuerzos del Gobierno paraguayo para obtener la concurrencia de los delegados a la Conferencia de la Comisión Mixta. Finalmente, tras la firma del Tratado de Itaipú y un paréntesis de 28 años en los trabajos de demarcación por el diferendo surgido en la zona del Salto del Guairá, prosiguieron los trabajos hasta el Hito IV/375, quedando nuevamente suspendidos y el terreno que el Paraguay considera en litigio, adquirido y totalmente alambrado, por la Itaipú Binacional está destinado como refugio biológico.
Los límites con la República Argentina
Al surgir el Paraguay a la vida independiente, heredó una jurisdicción territorial bastante extensa, aunque imprecisa, lo que ocasionaron litigio y reclamaciones con los países vecinos, a través del tiempo. Hemos observado que los límites primigenios de la antigua Provincia del Paraguay, sufrieron modificaciones a través de las sucesivas segregaciones administrativas dispuestas por la Corona de España y de tratados Internacionales, firmado entre ésta y la de Portuga1, hasta llegar en 1811 con los siguientes límites con respecto a la República Argentina: el Bermejo, el río Paraná, las Misiones hasta el Aguapey o Miriñay que lo separaba de Corrientes, luego el río Uruguay, el río Pepiri Guazú, el río Yguazú o Curitiba, siguiendo, la línea señalada por el Tratado de San Ildefonso de 1777 hasta el Jaurú y en el interior hasta la gobernación de Chiquitos y Santa Cruz de la Sierra.
Los litigios de límites entre el Paraguay y la República Argentina.
A partir de la independencia, los gobiernos que se sucedieron, tal la Junta Superior Gubernativa (1811-13), el Consulado (1813-14), como también durante la larga Dictadura del Dr. Gaspar de Francia (1814- 1840), luego, el gobierno del 2° Consulado (1841-1844) y finalmente el de Don Carlos Antonio López (1844- 1862) Y Francisco Solano López (1862-1870) tuvieron la preocupación a través de los años, de establecer en forma definitiva los límites del territorio que el Paraguay había heredado en 1811, herencia marcada por los diferendos hispano lusitano, y finalmente, a partir de la independencia nacional, por la ambición de los vecinos, que llevo y culminó en la terrible tragedia de la Guerra contra la Triple Alianza, acontecimiento que definió los límites del Paraguay, trazado de esa forma a sangre y fuego.
Los límites entre las posesiones Argentina y del Paraguay, fueron también objeto de larga discusión diplomática y hasta de tratado, sin obtener definiciones valederas, por el contrario, recién fueron resueltos, como consecuencia de la guerra que tuvo que soportar el Paraguay. en defensa de su heredad. Firmado el tratado en 1876, el Paraguay perdió el territorio de las Misiones y la región comprendida entre el rio Pilcomayo y el Bermejo. Además, la zona entre el río Pilcomayo y el río Verde fue sometido al arbitraje del presidente de los Estados Unidos de América, que en su famoso laudo declaro, que el Paraguay tiene justo título y derecho sobre dicho territorio.
De acuerdo con las estipulaciones del Tratado suscrito con la República Argentina en el año 1876, y el Laudo Hayes, la cuestión de límites parecía que habría de tener una solución rápida y definitiva. Sencillamente, se debería identificar en el terreno lo que en el documento fijaba como límite en el Chaco, entre el Paraguay y la Argentina, designado como “el brazo principal del río Pilcomayo”. Sin embargo, una cartografía defectuosa, así como el desconocimiento de la zona, provoco el inesperado acontecimiento de la “cuestión del Pilcomayo”, divergencia que se prolongó por espacio de 70 años, que culminó recién con la firma del Tratado Complementario Definitivo de Límites del año 1939 y 1945, respectivamente.
Así, se cierra un capítulo doloroso de la historia paraguaya, los límites sin definición, precisa que habíamos heredados de la madre patria, nos llevó a una guerra, cuyo costo en vida fue terrible, pues el 69 % de los habitantes del Paraguay habían desaparecido después de la Guerra contra la Triple Alianza, a lo que hay que sumar la mutilación del territorio nacional, la economía arruinada, devastada la incipiente industria, y la pavorosa inestabilidad política que siguió a la hecatombe. Pero, el Paraguay resurgió como el ave fénix, de sus propias cenizas, o mejor dicho de las cenizas de tantos héroes que tanto hicieron por la patria. Como expresa el Dr. Justo Prieto, “los límites perpetuamente indecisos, variables y confusos desde los primeros días de la vida colonial, constituyeron una trisecular cuestión que hizo crisis en 1864. El Paraguay tenía disputas en los cuatros puntos cardinales”.
Los límites entre la República del Paraguay y Bolivia
Los límites entre ambos países mediterráneos tampoco han escapado de las discusiones diplomáticas y finalmente de la guerra, como último recurso para la búsqueda de una solución sobre el litigio. Entre los antecedentes lejanos del conflicto de límites en el Chaco, entre el Paraguay y Bolivia, se puede citar el conflicto que surgió, entre Nuflo de Chávez y Andrés Manso en 1560, cuando se creó la gobernación de Mojos o Chiquitos, independiente del Paraguay y del Perú, pero sin fijar delimitaciones precisas. Sin embargo, se debe también resaltar que, durante el periodo colonial, los distintos gobernadores de la época, ilustran con claridad sobre los límites entre las Provincias del Alto Perú y el Paraguay. Así el Virrey del Perú, en 1592 señala, que los términos del límite de Santa Cruz de la Sierra, expresando que, el río Parapití o de San Miguel de los Chiquitos, antiguamente denominado de Condorillo, es hasta donde llega el distrito de Santa Cruz de la Sierra.
Asimismo, dos siglos después, el Intendente de Cochabamba o Santa Cruz, Francisco de Viedma, en un informe para el Consejo de Indias, manifestó que “en los confines de Santa Cruz de la Sierra, Charcas y Potosí, hay una gran cordillera de montes, nombrada de los Sauces, que verosímilmente separa el Alto Perú del Paraguay”. Ella, hay que aclarar, es la Cordillera de los Chiriguanos o también Aguará- Ragué, y finalmente, en 1803, en la “Guía de Forasteros”, también se señala el río Parapití como límites entre la Intendencia de Cochabamba o Santa Cruz de la Sierra y el Paraguay. De la misma manera, el argentino Ricardo Trilles, que ha escrito sobre los límites argentinos dice textualmente: “el límite oriental de las cuatro provincias del Alto. Pero era muy conocido en tiempos del Virreinato, pues su designación corría en letras de molde para la inteligencia del pueblo y de la administración. Estaba fijado en la corriente del río Parapití o de San Miguel de Chiquitos”.
Producida la emancipación política del. Paraguay en 1811, y al hacer lo propio en 1825, las provincias del Alto Perú, luego Republica de Bolivia, ambas entidades políticas heredaron los territorios que tenían durante el coloniaje. De esta manera, los límites eran los que el Paraguay tenía con las Provincias de Charcas, Santa Cruz de la Sierra y Chiquitos, separados por el semidesértico territorio del Chaco. O sea, como se ha señalado anteriormente, los límites de las provincias del Alto Perú en el Chaco, eran Cordillera de los Chiriguanos y el río Parapití. En 1852, con la firma del Tratado Guido- Vázquez entre el Paraguay y la República Argentina, tienen inicio los reclamos de Bolivia sobre el territorio del Chaco, por medio de la denominada protesta Benavente, que luego prosigue ante los países firmantes del Tratado Secreto y posterior a la guerra en las negociaciones que surgieron entre el Paraguay y los Aliados.
Desahuciado en sus pretensiones de intervención en las negociaciones y tras su derrota, en la Guerra del Pacífico con la pérdida de su litoral marítimo, sumado a los repetidos fracasos de negociación indirecta, Bolivia busco negociar con el Paraguay el problema del Chaco, en forma directa. A ese efecto, en 1879, fue comisionado en Asunción, en carácter de Ministro Plenipotenciario el Dr. Antonio Quijarro, quien, sin hacer ninguna exposición de títulos de Bolivia, quiso ganar una salida al río de la Plata por el Paraguay, aduciendo, las conveniencias económicas que reportaría al Paraguay la firma de un tratado de límites, firmándose el primero de los tratados de la post guerra.
Al no ser ratificado este tratado, con el propósito de conseguir un acceso al río Paraguay, Bolivia, sin justificar con títulos sus pretensiones, comisionó al Dr. Isaac Tamayo con facultades para negociar un nuevo tratado de límites, y el Paraguay, accedió a firmarlo nuevamente sin tener en cuenta que ello, le significaba la pérdida de un territorio de su incuestionable pertenencia. El nuevo tratado fue firmado el 16 de febrero de 1887, entre el Plenipotenciario boliviano y el Ministro de Relaciones del Paraguay, Dr. Benjamín Aceval, y a falta de cotejo de títulos, el mismo expresa; “la República del Paraguay por una parte y por la otra la República de Bolivia, igualmente animadas del sentimiento de confraternidad que las liga y deseosa de poner término a la cuestión de límites pendiente, de una manera decorosa para ambas naciones han resuelto celebrar un Tratado de límites”, tratado que tampoco fue ratificado.
En 1894, fue acreditado como nuevo ministro boliviano en Asunción, el Dr. Telmo Ichazo, que, tras larga discusión, y convencido de la imposibilidad de ganar la ratificación legislativa para los tratados de 1879 y 1887, firmó el Protocolo que declaraba la caducidad de los mismos. No obstante, tras arduas negociaciones, y mediante las gestiones conciliadoras del diplomático uruguayo en Asunción, el mencionado diplomático boliviano, conjuntamente con el Ministro de Relaciones Exteriores del Paraguay Dr. Gregorio Benítez, firmaron el 23 de noviembre de 1894, el Tratado conocido por Tratado Benítez- Ichazo, que invocando el sentimiento de confraternidad que liga al Paraguay y Bolivia, y con el propósito de solucionar definitivamente, su antigua cuestión de límites. Sobre el territorio situado, entre la margen derecha del río Paraguay y la margen izquierda del brazo principal del Pilcomayo, firmaron el último de los tratados del siglo XIX.
En 1891, Bolivia acreditó ante el Gobierno del Paraguay, al señor Mariano Baptista, con la misión de reabrir las negociaciones por la cuestión del Chaco, con base a cualquiera de los Tratados previos: Decoud- Quijarro de 1879 o Aceval- Tamayo de 1887, o en su defecto, someter la cuestión a una decisión arbitral, postergándose su tratamiento, sin que hubiere una decisión al respecto. En 1894, el diplomático boliviano presentó un Memorándum, acompañado de abundante cita documental para fundar los derechos de Bolivia sobre el territorio en disputa. Pues, desde sus reclamos iniciales, como también en los tratados firmados, Bolivia alegaba sus derechos sobre el Chaco, pero sin exhibir ningún, documento que las avalara. Sin embargo, en 1891 el Plenipotenciario boliviano elevó a la Cancillería paraguaya un extenso Memorando, con abundante cita documental referidas a Cedulas Reales y otros títulos como base de su alegato. A partir de ese momento, cada país se empeñó en la búsqueda de documentos para reforzar sus derechos o sus pretensiones.
Ambos países establecieron sus alegatos, y en el siglo XX, la cuestión de los límites sobre el Chaco, se caracteriza, fundamentalmente por la discusión con base a los documentos coloniales, y posteriormente al año 1905 por el decidido avance militar, por parte de Bolivia, para la ocupación efectiva del Chaco; haciéndolo primeramente en forma solapada y luego abiertamente, avanzando a lo largo del Pilcomayo para fundar fortines como Ballivián, Guachalla hasta llegar a Muñoz; en la zona del Estero Patiño, y luego, de la firma de la línea de “statu quo” en 1091, Linares, Magariño, Esteros, Saavedra, Sorpresa, Tinfunque, Arce, etc. Así Bolivia, esgrimió el argumento más poderoso de su conflicto con el Paraguay; su decisión de conquistar el Chaco por la fuerza. Sus estadistas, su prensa, su ejército se dedicaron a la tarea de “bolivianizar” el Chaco.
A su vez, el Paraguay ante esta amenaza evidente, empezó a esbozar un plan diplomático y militar para resguardar sus intereses, buscando reorganizar su ejército y adquiriendo armamentos en Europa. Se firmaron convenio tras convenio sin llegar a una solución del problema, que de esa manera avanzaba hacia un horizonte cubierto de negros nubarrones y presagio de nueva guerra. Los plazos vencían sin que se pudiera llegar a entendimiento alguno, las negociaciones se sucedieron uno, tras otro sin que se pudiera alcanzar nada concreto. En 1927, el incidente de la muerte del Tte. Rojas Silva, llevó a la firma del Protocolo Díaz León- Gutiérrez por lo que el Paraguay y Bolivia aceptaron los buenos oficios del Gobierno Argentino para buscar la solución de las cuestiones pendientes, sin modificar los acuerdos anteriores. Luego, la Conferencia de Buenos Aires de 1927- 1928, y después del incidente del Fortín Vanguardia, la Conferencia de Washington y la firma de un Pacto de no- agresión.
Todo fue inútil, fatalmente, los dos países se encaminaron hacia la guerra, la secuela de los límites indefinidos, como herencia recibida del periodo colonial; la incapacidad de las partes para llegar por vía diplomática a una solución del conflicto; e incluso, la soberbia de los dirigentes políticos que incitaban a sus pueblos al empleo de las fuerzas, todos contribuyeron hasta estallar en 1932 la Guerra del Chaco, que se prolongó por espacio de tres años, produciendo unos 30.000 bajas del lado paraguayo y 50.000 del boliviano. El 12 de junio de 1935, se firmó en Buenos Aires, el Protocolo de Paz o de cesación definitiva de las hostilidades, denominado Riart-Eliot. En lo referente a los límites, el protocolo estableció en su Artículo 1, punto 3º promover la resolución de los diferendos entre Paraguay y Bolivia, por acuerdo directo entre las partes, siendo entendido que Paraguay y Bolivia, en caso de no alcanzar buen éxito las negociaciones directas, asumen por este convenio la obligación de resolver los diferendos del Chaco por medio del arbitraje de derecho, designando desde ahora como árbitro a la Corte Permanente de Justicia Internacional de la Haya.
Iniciada las negociaciones, prosiguieron entre los años 1936 y 1937 sin alcanzar una solución aceptable para las partes. Estancada de esa forma las negociaciones de paz, esta se reinició en 1938, presentando ambas Delegaciones paraguayas y bolivianas sus respectivas propuestas, siendo rechazada por la parte contraria. Finalmente, tras arduas negociaciones en junio de ese año, el delegado paraguayo presentó un nuevo proyecto, cuya fórmula, consistía en trazar una línea entre la propuesta por la Conferencia, con exclusión del litoral, y la línea de la contrapropuesta paraguaya, y someter la zona litigiosa a un arbitraje de equidad, la que fue aceptada por la delegación boliviana como base de la negociación.
Hay que resaltar, que, con esta decisión, el Paraguay abandonó su posición de que la cuestión planteada era de deslinde en los confines del Chaco, y aceptó la tesis del reparto del territorio de su indiscutible propiedad, mediante el arbitraje de equidad. Finalmente, el 21 de julio de 1938 se firmó el Tratado de Paz y Limites entre la Republica del Paraguay y Bolivia, estableciendo que los límites entre ambos países, de conformidad al arto 2° del Tratado de Paz, Amistad y Límites serian estatuidos por un laudo de equidad, debiendo actuar los árbitros “Ex Aequo Et Bono”. En cumplimiento del Fallo Arbitral, el 25 de noviembre de 1938 se constituyó la Comisión Mixta Demarcadora, cuyo trabajo se dio inició y se colocó el primer hito en el año 1939 en “Esmeralda”, y los demás entre los años 1940 y 1943.
La Comisión Demarcadora de Límites
Como se puede apreciar en esta breve síntesis, los límites del Paraguay, de norte a sur y de este a oeste, en los cuatros puntos cardinales, han sido trazados a sangre y fuego y como fruto de largas y dificultosas negociaciones diplomáticas. Para fijarlo se ha derramado la sangre de miles de paraguayos y, en la mesa de negociaciones, mediante la ardua tarea de ciento de compatriota del servicio diplomáticos y, finalmente, hasta demarcarlo en el terreno, mediante el sacrificado 'trabajo de la Comisión Demarcadora, que desde 1872, mediante un arduo trabajo, que abarca todo el país, desde el Apa por la Cordillera de Amambay y Mbaracayu, sobre los esteros del Pilcomayo y en las Áridas y desérticas fronteras del norte del Chaco, para que nunca más, surjan desavenencias y litigios, sobre estos límites establecidos sobre la sangre de tantos paraguayos.
Las Comisiones Demarcadoras no solamente tuvieron que vencer a una naturaleza hostil, .sino que en algunos casos, fue sometido a verdadera prueba de patriotismo, como en el problema suscitado en 1872 sobre la naciente principal del río Apa, donde el Capitán Domingo A. Ortiz se levantó contra el nuevo despojo, aunque sin poder impedirlo; asimismo, sobre la posesión del Salto de Guaira y la línea demarcatoria sobre la sierra del Mbaracayu hasta los Saltos del Guaira; sobre los límites en la zona del Estero Patiño y finalmente sobre la verdadera ubicación del Cerro Chovoreca, en los límites con la hermana República de Bolivia.
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La finalización de estos trabajos representa un avance significativo en la preservación de la infraestructura limítrofe, contribuyendo a la claridad de la línea fronteriza y al ordenamiento territorial en la zona de Salto del Guairá. La Comisión Nacional Demarcadora de Límites reafirma su compromiso con la defensa de la soberanía nacional, la precisión geográfica de los límites internacionales y el mantenimiento permanente de los hitos que marcan la frontera del Paraguay.
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La reunión permitió un intercambio de información relevante y una coordinación más estrecha con las autoridades departamentales, a fin de asegurar el desarrollo eficiente de las tareas programadas y garantizar el cumplimiento de los estándares establecidos para la preservación y claridad de la línea fronteriza.
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Reunión de trabajo con el Comandante del ICE Gral. Brig. Claudio Erick Panza en el I Cuerpo del Ejercito, sobre mejoras y refacción del Hito N° IV 356 zona de Salto del Guaira.
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En el marco de estas labores, el equipo técnico de la CNDL avanzó con el hormigonado de la base de un nuevo hito fronterizo, proceso fundamental para garantizar la estabilidad, durabilidad y correcta identificación del punto limítrofe ubicado en el área mencionada.
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La Comisión Nacional Demarcadora de Límites ( CNDL ) inicia a partir de hoy lunes 10 de noviembre, trabajos en la zona de Salto del Guaira, Departamento de Canindeyú. Los mismos se desarrollarán durante toda la semana y abarcarán trabajos de caracterización, inspección y reparación de los hitos fronterizos en esta zona del país.
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