Discurso del Embajador Eladio Loizaga, en oportunidad de la Condecoración a Luis Szarán y Koki Ruíz

Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador Eladio Loizaga, en oportunidad de la Condecoración de la Orden Nacional del Mérito “Don José Falcón” a Luis Szarán y Koki Ruíz

Señoras y Señores

Luis Szarán y Koki Ruíz, genios y figuras de la música y el arte.

Es para mí un gran honor y una inmensa satisfacción, cumplir con el deber cultural de la República del Paraguay, imponiéndoles la distinción que les otorga el Gobierno, en reconocimiento de sus talentos y virtudes, que concitan merecidamente la valoración y admiración de nuestro país, y allende nuestras fronteras.

Ascender las escarpadas cúspides del arte, y en general de la cultura, requiere de una buena dosis de genialidad, pero también de dedicación y perseverancia, virtudes que les caracteriza con pleno vigor y ponderadas cualidades.

Apreciado maestro Luis Szarán

Si a la música clásica y popular su talento le ha brindado prácticamente desde su adolescencia, aires renovadores y virtuosismos de elevada dimensión estética, usted no se ha limitado al esplendor de la ejecución ni a las originales creaciones y recreaciones, tal como están presentes en sus numerosas obras.

Su investigación musicológica, tan fecunda y valiosa, es tan destacada que adquiere vida pública en varios libros y estudios, los cuales están traducidos en diferentes idiomas, además de su difusión en España, Chile y obviamente en el Paraguay.

Esta vasta tarea no surge solamente de su innato ingenio. Ya aquí, en nuestro país, se inició en el estudio de la música con el maestro José Luís Miranda, y muy joven fue becado a Italia para adquirir las técnicas y los conocimientos académicos, pero sobre todo para especializarse en la dirección orquestal en el Conservatorio de Roma, con renombrados y célebres maestros de reputación mundial.

Estos estudios de perfeccionamiento continuaron en distintas metrópolis de fama internacional, donde luego y a medida que avanza su creatividad y prestigio, es invitado y va allí periódicamente a asombrar con su particular estilo de dirección orquestal, resignificando las obras musicales más bellas de nuestro país y las suyas propias.

Cabe destacar que el maestro Luis Szarán ocupa el cargo de director, desde 1989, del Área Paraguaya del Diccionario Español e Hispanoamericano de la Música.

Una de sus composiciones más brillantes, “Variaciones en Puntas para Quinteto de Vientos”, fue seleccionada para el Concierto de Clausura del Festival Internacional de Juventud en Alemania. Este tipo de presencia en los centros de prestigio mundial hace de nuestro afamado director y musicólogo, un extraordinario embajador de la cultura paraguaya.

Su labor de rescate y difusión de la cultura musical de las antiguas reducciones jesuíticas, le llevó a investigar la obra de Doménico Zipoli, proyectándola creativa y documentalmente a nivel internacional. Trabajo que le valió la condecoración Caballero Oficial de la República Italiana y la Medalla Franz Xaver por la Procuraduría Jesuítica de Alemania.

Su inquietud cultural ha tenido eco en “Sonidos de la Tierra”, un proyecto comunitario que promueve la integración social y expande actualmente la cultural musical en diversas ciudades y poblaciones del país. Mediante este programa, niños y jóvenes adquieren la formación musical que llega hoy a más de 14.000 participantes de escasos recursos, en 178 comunidades del interior.

Esta labor de encomiable proyección social, tiene además el fundamento expresado por esta frase aleccionadora del maestro y que dice: “el joven que interpreta a Mozart durante el día, por las noches no rompe vidrieras”. “Sonidos de la Tierra” es parte integrante de la “Fundación Tierra nuestra”, con una alta contribución a una política global de la educación en nuestro país.

Sé que no me es posible hacer referencia completa a su vasta obra y rica biografía, pero con lo señalado se justifica plenamente la Condecoración de la Orden Nacional del Mérito “Don José Falcón”, que el Gobierno del Paraguay le otorga con la debida dignidad, y que tengo el honor de imponérselo. Mis congratulaciones maestro Luis Szarán, y que esta distinción le motive a seguir engrandeciendo la cultura nacional.

Mi muy apreciado Koki Ruíz

Me honro igualmente en distinguir con idéntica condecoración al gigante artista del Paraguay contemporáneo, el acertadamente renombrado por la extraordinaria magia de su talento, traducido en sus monumentales instalaciones, inmensos cuadros de vital y vibrante paraguayidad.

Al imponerle esta presea nacional, con la seguridad de que el orden no supone prioridad o preferencia alguna, me embarga un profundo sentimiento cargado de admiración y orgullo, referirme a su persona y a sus imponentes y variadas obras.

Como ustedes saben, Koki Ruíz proviene de San Ignacio, Misiones, lugar convertido en ícono por hacer de Tañarandy, “la tierra de los irreductibles”, el ahora verdaderamente irreductible espacio del encuentro popular, masivo e internacional del Paraguay.

Genial autodidacta, este artista es un pintor de envidiable originalidad, donde en sus lienzos estallan los colores y cobran forma la identidad de nuestra gente que labra la tierra y hace florecer sus frutos.

¡Quién no se embelesa y asombra frente a esos cuadros, de bellísimas figuraciones, en los que resaltan los músicos de nuestro cancionero popular, las madres que recuerdan a las mujeres que forjan el renacer de la patria y a los niños que son la realidad y el porvenir de esta nación indómita!

Estos cuadros han ganado una proyección universal. La exposición de Koki Ruíz en París se selló con las ponderaciones en que fluían armónicamente, como sus hábiles dedos y pinceles sobre las telas, las calificaciones más elocuentes y precisas acerca de su técnica singular y pintura de luces y tonalidades enlazando enérgicas imágenes. De los impresionantes cuadros, el artista se proyectó a los murales a un tiempo de configuraciones históricas y sociales, desplazándose de lo lírico a lo épico.

Ya estaba dado el paso pictórico para nuevas e inéditas simbolizaciones. La celebración de Tañarandy en Semana Santa convocaba a nuestro artista a realizar unas instalaciones personificadas con representaciones humanas, auténticos cuadros vivientes, como la Última Cena, de Leonardo Da Vinci y la reconfiguración de las Reducciones Jesuíticas. Superó así, para la historia del arte universal, la cosificación que apela a los meros objetos.

Esta innovación plástica y barroca recupera y mantiene viva y convocante la religiosidad popular. También instituye el sentido de participación colectiva en las manifestaciones del arte.

Entonces no fue nada casual que construyera, con motivo de la visita del Santo Padre Francisco al Paraguay, el imponente retablo del Altar hecho con productos originarios de nuestra tierra. Obra cuya impronta tuvo trascendencia mundial por su genuina originalidad y sorprendente creatividad.

Esa genialidad hizo que un conocido corresponsal internacional ponderará nuestra capacidad y conjugara en una frase nuestras mejores virtudes, al decir que los paraguayos somos capaces de hacer “del Coco y del maíz un altar, orar en el barro y de la basura hacer música”.

En virtud de la admiración mundialmente concitada, el amigo Delfín Roque Ruíz Pérez, a quien conocemos como “Koki Ruíz”, comenzó su historial artístico dibujando en la prensa, para luego ser hoy uno de los referentes más emblemáticos de la plástica paraguaya y de nuestra peculiar antropología.

Como dije, -mi muy apreciado Koki-, el Ministerio de Relaciones Exteriores premia hoy su invalorable talento y le otorga la más alta condecoración de esta Cancillería, la Orden Nacional Mérito “Don José Falcón”, que con el corazón inflamado de afecto, y la más cálida emoción tengo el honor de imponérselo.

Reciba pues mis más sinceras congratulaciones, y a seguir engrandeciendo nuestro arte, con esa asombrosa genialidad que te distingue.

Muchas gracias



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